Publicado en: RevistaES del Periódico Hoy (26 de Febrero 2016)
Se acercó la mesera y colocó cuidadosamente el plato sobre el impecable mantel blanco. Al contemplarlo, mi amigo José se quedó tan extasiado que le dio pena hincar el tenedor. Eran unos simples domplines, pero dispuestos en hermosa armonía de formas y colores. Emanaban un embriagador aroma a frescura. Entre hojitas de rúcula y otras hierbas, aparecían unos pequeños bollos de harina y remolacha. Habían mezclado en una misma receta texturas crujientes y melosas, ligeras y envolventes. Un perfume a cilantro matizaba todos los sabores. No pudo evitar un suspiro.
A todos nos gusta comer. No solo por ese instinto de supervivencia que nos obliga a nutrirnos para seguir activos. Está además el disfrute, el placer de degustar un buen sancocho, el locrio de la abuela o un pedazo de queso en hoja bien fresco. Nos encanta el color de…
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